Historia


En la capital del departamento esteño, San Fernando de Maldonado, República Oriental del Uruguay, a unos 130 kilómetros de Montevideo, integrado a la hermosa Punta del Este, el balneario de mayor renombre internacional del área, se encuentra instalado el M.A.A.M., Museo de Arte Americano de Maldonado, fundado por Jorge Páez Vilaró.

La docta y estratégica ciudad matriz que le alberga entre sus monumentos históricos testigos, comenzó su agitada gesta existencial y progresista, a partir del afincamiento de unas pocas familias de pobladores, establecidos en 1754 por el primer gobernador de Montevideo, Don Joaquín de Viana.

Su institucionalidad se concretó tres años después, al incrementarse el grupo pionero con la incorporación de indígenas cristianizados, provenientes de las colonias jesuíticas del Paraguay.

Al finalizar la llamada Guerra Guaranítica, el censo registró en aquella lejana hora del comienzo, tan sólo 98 habitantes.
Para mensurar acontecimientos demográficos, considérese que en cada temporada estival, el MAAM recibe más de 20.000 visitantes, llegados de todos los confines del planeta.

La vieja casona rosada conocida como la “Casa del Inglés”, en la que se encuentra instalado el Museo de Arte Americano de Maldonado, fue construida al comenzar la década de 1870 por el precario ciudadano británico Henry Burnett.

Adscripto al capitán Clerck, en la nave de guerra H.S. Bombay, el joven de Salisbury, se salvó milagrosamente en 1864 de la explosión e incendio del barco ocurrida frente a la Isla de Flores.

Este dramático accidente le trajo a nuestras costas, siendo atendido por la dulce enfermera del hospital, Carmen Rodríguez. Pleno de gratitud y apasionadamente enamorado, viajó a Londres y renunció a su promisoria carrera para retornar y contraer enlace con su lozana y bella fernandina.

Ambos fundaron en la comunidad creciente, una ejemplar familia, dadivosa y proyectada en sinnúmeras obras, perdurable de afecto y felicidad, también, refugio cálido de viajeros y navegantes en desgracia.

Henry Burnett, para quien se creó la Orden de los "Caballeros Cruzados del Arbol", fue un tesonero y visionario héroe de la forestación y se estima que levantó cerca de un millón de pinos marítimos, para amurallar las costas y fijar las arenas movedizas, entre Punta Ballena, Maldonado, Punta del Este y la Barra, en una tarea de tesón y voluntad que llega al asombro.

Caballero de múltiples facetas y visión sin par, Cónsul de Inglaterra, empresario, fotógrafo, representante del Loyds, intervino personalmente con riesgo de vida en numerosos salvatajes, reverenciando como un verdadero prócer civil de la región.

La casona rosada, fue su "sweet home" y las crónicas vernáculas la señalan como "todo un palacio para la época", apuestamente erigida, a pocas cuadras de la plaza central, la catedral, la torre del vigía y el cuartel de dragones. Sus frentes, de altas ventanas, rejas austeras y el alerta mirador, daban sobre el camino hacia Punta del Este, con un mojón de piedra en la esquina para el enganche de los carros y carretas.

Los historiadores nos hablan de la residencia como una "obra artesanal" de reconocido mérito y originalidad, hecha de materiales humildes, incluso piezas ferrocarrileras, representativa del espíritu acogedor de sus dueños, y de una comunidad que se abría de corazón y bondad amistosa, ámbito y atalaya de una naturaleza deslumbrante, que nunca dejó de palpitar, con su amplio y florido parque y su torre panorámica que denominaba la costa y la ciudad.

Presidiendo el pintoresco patio de los azulejos, se encuentran tal como fue, otra venerada reliquia, el “RANCHO”, en que funcionó hasta 1927, fecha del fallecimiento de Burnett, el Consulado Inglés, cargado de historias y acciones ligadas a las delicadas y múltiples responsabilidades y tareas de dueño de casa, guía y vigía de incansable prestación ante los animados acontecimientos que agitaron desde siempre la bahía de Maldonado.
La casona de Burnett merecía ser salvada y reciclada para un destino cultural perdurable, que incluso salvaguardara la memoria de su creador y testimoniara ante las nuevas generaciones, el estilo de vida y afabilidad que se practicaba en los círculos fernandinos.

No exageramos, entonces, si decimos que una de las principales "piezas" de la colección del MAAM, es su propio y elocuente albergue.

Activo complejo cultural dedicado al fomento de la integración y el conocimiento de nuestros países y sus historias ancestrales, sorprende por la belleza y valor de su contenido como por el encanto de su conjunto arquitectónico y urbanístico, ejemplo sobreviviente de casco de estancia urbana, vigilante del Atlántico y de la portentosa naturaleza que le viste de verde desde hace más de un siglo atrás.

Como un gran medio de comunicación vivencial e interactivo, donde se manifiestan todas las artes, el MAAM conecta a públicos y artistas, en un intercambio espiritual muy positivo, que apunta al desarrollo de la cultura y la creatividad.

Los horizontes precolombinos, el arte colonial, las manifestaciones populares, junto a trascendentes ejemplos de la plástica contemporánea, integran el rico itinerario del Museo.

Este centro cultural, único en América, dedicado a la difusión y estimulo del arte de nuestro país y del continente, ha sido declarado de Interés Nacional y premiado por UNESCO.
Con una propuesta variada y cambiante, poblada de exposiciones, conciertos y conferencias, ofrece un programa siempre didáctico, interesante y disfrutable, llenando un espacio vacante, de enorme importancia para la sociedad que asiste a nuestro balneario.

Su actividad ininterrumpida, merced a un gran esfuerzo, dedicación y generosidad de Jorge Páez Vilaró, junto con el vital y desinteresado apoyo de múltiples amigos, instituciones y empresas privadas, ha sido recompensada con un prestigio que trasciende fronteras, habiéndose transformado en uno de los puntos referenciales de la cultura uruguaya y del continente.

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